“Oveja blanca, oveja negra / Postales de un zapatero veneciano” © J. Bengoetxea 2009
Ahab, abrigado con su anteojo sobre la toldilla, escrutaba entre la trapaia indicios de La Ballena. Horas de penumbra. La oveja blanca, la oveja negra… su zahorí al borde del abismo incierto de la cubierta.
Isla Negra dirigía los estrobos del pensamiento: uno de los botes tomaba la forma de un mogote despegado de la costa en otro tiempo ya vivido. ¡Un recuerdo seguramente!
Era, quizá, otro rastro más de la furia de La Ballena. O el rastro viejo y hediondo de su grandeza hecha añicos.
Salitre y piedra en la cara…¡la oveja blanca, la oveja negra!
(De “Postales de un zapatero veneciano”)