La ensenada del Tuerto

Decir que la tecnología puede “robarnos el alma” es tan falaz como creer que una fotografía puede hacerlo tal y como se relata en algunas culturas cuando han tenido los primeros contactos con ella. Lo que sí es cierto, sin duda alguna, es que las fotografías pueden suplantar la realidad por falsedades; o hacernos vivir el presente como el futuro de un pasado que jamás existió porque fue sustituido por su propia imagen.

Dice la ciencia que la actividad de un cerebro es exactamente la misma cuando le ocurre algo realmente, que cuando lo imagina: es evidente que éste fenómeno tiene siempre dos direcciones entonces.

Las imágenes son evidentemente ensayos sobre la realidad para conocerla y ensancharla…como la ciencia, pero en estas, incluyendo los afectos.

Ni la fotografía ni la tecnología son inventos fatales, qué duda cabe. Pero ambas —juntas las dos— son susceptibles de mal uso…como el agua, el sol, o las centrales nucleares. La responsabilidad es NUESTRA.

Fotografiar es, en esencia, colaborar…trabajar junto con el otro. Esa es la verdadera revolución tecnológica y fotográfica. Debe ser…porque muchos pensarán que eso habrá que evitarlo como sea ya que, de lo contrario, se les acabaría el “cuento”.

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