Fotografiar no es mostrar lo que se ve, sino hacerlo desaparecer para que, así, pueda existir siempre. Es bajo esa idea invisible como encaro mis trabajos de arquitectura e interiorismo.
Quizá la primera fotografía de este reportaje reciente lo pone de manifiesto de una extraña forma…Los arquitectos tuvieron un reto parecido que consistía en construir un espacio habitable que debía desplegarse entre dos líneas que se tocan —el cielo y el terreno— escondiendo el espacio, sin perturbar la magia de la línea. Para ello optaron por hacer desaparecer de algún modo la construcción, la casa. En cambio, justo en ese roce entre aire y tierra, lograron la permanencia efímera de un espacio imaginado.
Crear fotografías está lejos, muy lejos de la realidad. Es mas, fotografiar es hacer desaparecer la realidad. Y es de este modo como conseguimos su permanencia.
El objeto debe desaparecer para perdurar. El sujeto (el fotógrafo en este caso) debe atreverse a olvidar lo que ve…
Tanto la fotografía como la arquitectura enfrentan esta misma cuestión: cómo lograr la permanencia sólida de una ilusión, cómo conseguir hacer “habitable” lo que, de hecho, si alguna vez existió, fue extinguido en favor de su máxima permanencia.
¿Cómo hacer habitable una ilusión…?