“12:15 Fiesta en la Playa”: narrativa y fotografía
La Narrativa Fotográfica y las disquisiciones que plantea siempre, es uno de mis temas recurrentes a la hora de pensar/hacer fotografías.
¿Existe una narrativa específicamente fotográfica?
Las respuestas a esta pregunta son tan variadas como contradictorias y ,en cualquier caso, llenas de matices muy interesantes.
Desde un punto de vista ontológico, lo mas indicado sería considerar que NO, que no hay narrativa alguna en una fotografía. O, al menos, que no la hay en esencia.
Pero si que hay una herencia relacionada con esa pregnancia de lo “real” en una imagen fija, que parece sugerir un cierto indicio sobre “una historia”, sobre su huella en la fotografía.
Quizá la influencia de la sintaxis aplicable a los textos, se filtre también de algún modo en la “retórica” de una imagen.
O quizá se trate de ese resorte profundamente arraigado en nuestra psiqué que nos impele a fabular necesariamente narraciones: no soportamos pensar o sentir que “NADA ocurre”. Tampoco frente a una imagen fija.
En esta fotografía de abajo he tratado de reunir algunos factores que creo interesantes para ilustrar (este texto y los textos en general lo requieren) algunos elementos clave en mi opinión sobre este asunto.
Pero nada de esto parece intrínsecamente fotográfico…no en esencia, insisto.
Una foto no es (aunque lo parezca casualmente) el pasado. Tampoco es, ni mucho menos, presente alguno. Y tampoco es futuro. Pero quizá, y si algún tiempo verbal es aplicable a la fotografía, ese sea curiosamente el futuro anterior.
¿Una narración tendría sentido cuando se conjuga exclusivamente en futuro anterior…?
Una fotografía, que es en realidad un objeto impregnado de una suerte de huella de la realidad, en cuya toma el tiempo tiende a cero (levedad/brevedad de la exposición), cuyo proceso se dilata indefinidamente ,su contemplación es siempre un descubrimiento reciente y sobre cuya apariencia se tiende a elaborar/fabular una historia, parece tener una etiología cuando menos curiosa y muy específica.
Mi sospechas giran entorno a una sintaxis específica que entronca directamente, y sin que medie la razón, con un indescriptible torbellino de afectos no alineados en el tiempo. Lejos por tanto de esa narrativa propia de los textos que son lineales y temporales “per se”.
Quizá, y aunque pueda sonar pretencioso, podemos escrutar en la imagen fija una nueva estructuración, una nueva dialéctica de los mensajes, lejos de servidumbres históricas para con los textos, y con un poder narrativo extrañamente atemporal, activo, dinámico y peculiarmente mutante.
Mientras la realidad de los textos parece descansar fuera de ellos mismos (por eso usan las imágenes como soporte de “certeza”), las imágenes fijas son totalmente autónomas y portadoras seguramente de relaciones intratextuales potencialmente capaces de generar realidades: El vector del significado se invierte extrapolando algunas afirmaciones de Flusser.
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